10 frases que no debes decir a una persona con demencia

La forma de comunicarnos con las personas dice mucho sobre nosotros, pero principalmente puede desencadenar reacciones distintas según cómo nos expresamos.

Cuando cuidamos a una persona que vive con cualquier tipo de demencia, ya sea Alzheimer, vascular, cuerpos de Lewy u otras, no siempre sabemos como comunicarnos de forma asertiva. Sea de forma profesional o personal, existe una cierta impotencia al percibir cómo alguien cambia drásticamente en la forma en que ve el mundo y en las palabras y acciones que puede entender. Estos cambios pueden llevar a situaciones en las que, sin querer, decimos y hacemos cosas que dificultan la vida de todos los involucrados.

Muchas veces no lo hacemos por mal, apenas por la costumbre o desconocimiento. Por esto, hoy  te presentamos una lista para que antes de hablar, reflexiones y reformule tus forma de expresarse cuando se trata de alguien con Alzheimer. Verás que pequeños cambios pueden mejorar la relación y hacer que el cuidado y la convivencia sean más ligeros.

10 frases que no debes decir a una persona con demencia:

1. «¿Te acuerdas?»
Aunque esta pregunta pueda parecer algo natural en medio a una conversación con tu madre sobre eventos del pasado, en el caso de las personas con Alzheimer puede generar un problema. ¿Por qué? Porque puede que ella no recuerde el evento, pero  este simple hecho, la puede dejar ansiosa y frustrada. En cambio, cuando quieras involucrarla en una conversación sobre el pasado, deja el tema abierto. Puedes decir: «Mamá, me encantaría saber que te gustaba hacer cuando eras pequeña».  Es una forma abierta de empezar una conversación que la puede inspirar a hablar sobre cualquier aventura que se le ocurra.

2. «¿Por qué haces eso?»
Puedes que mires a tu padre y le veas tirando del borde de la manta del sofá, pero recuerda que esto no significa que esté siendo deliberadamente destructivo. Las personas que viven con la enfermedad de Alzheimer a menudo necesitan información táctil. Además, pueden tener una compulsión de que sus dedos estén haciendo algo. Algunas personas se pellizcan la piel y les causan llagas. Otros pasarán horas rompiendo trozos de papel o pañuelos. Existe una serie de recursos que pueden ayudar con este tipo de «ansiedad», uno de ellos el Ocupamano de la tienda Reab (en breve por aquí!), una tela con «elementos de actividad» para que los ancianos con demencia se «muevan» en momentos de inquietud e inactividad.
Preguntarle de forma brusca por que está haciendo eso, no le resultará más fácil, porque no te sabrá contestar. Tu padre no sabrá por qué está haciendo esto, pero tu puedes ayudarle comprándole una almohadilla para el regazo o un ocupamano. Estos productos, ahora ampliamente disponibles, brindan estimulación táctil y mantienen los dedos ocupados.

3. «¡Me estás avergonzando!»
Aquí vale la pena recordar que quien está pasando realmente mal es la persona que vive con demencia, no quién la cuida. Existe una creencia que la persona por muchas veces no saber lo que hace, no ha perdido nada, y esto no es cierto. Seamos empáticos porque muchas veces ellas sí lo están pasando mal. Si estás en la tienda con tu esposo y él se pone ansioso, lo que le hace beligerante, tranquilícelo tomándole del brazo de manera reconfortante, use una voz tranquila y échese la “culpa”. Puedes decir que te has olvidado algo y mejor que volvais a casa sin mencionar que «él no se estaba portando bien». No le digas que su comportamiento te avergüenza. Él no puede y no sabe cómo evitarlo.

4. No discutas y no les contradigas.
Si tu madre dice que solía vivir en una casa de la que nunca ha oído hablar ni visto, puede decir «¿De verdad? Lo había olvidado «. ¿Para que quieres tener la razón? Si ves que el tema no hace daño a nadie, lo mejor es no corregir o discutir ya que esto no te llevará a ningún lado bueno. Deja que te cuente cosas que aunque sepas que no son verdad le hace bien. Puedes aprender algo interesante.

Lee más sobre eso: ¿Debemos corregir a una persona con demencia?

5. «¿Qué camiseta quieres ponerte?»
Las alternativas abiertas no deben hacer parte del cotidiano de las personas con demencia, ya que les cuesta bastante navegar en este mundo confuso. Lo mejor es simplificar y trabajar con dos opciones para que Por ejemplo: sostienes dos camisas y preguntas cuál le gustaría usar. Puedes mencionar el color de una camisa, pero señalar otra, así que elige la que señala y di: «¿Esta?». Luego dirá sí o no, o asentirá con la cabeza. Puedes decir: “¡Gran elección! Pongámonos eso «, y luego ayúdale a vestirse.

6. «¡Estás en casa!»
Seguramente si cuidas a una persona con Alzheimer o demencia ya habrás oído la solicitud: ¡quiero irme a casa! Ningún enfoque funcionará siempre, pero lo que sí es consistente es que tu ser querido busca una sensación de seguridad y comodidad cuando te lo pide eso. Si puedes distraerla pidiéndole que se acurruque en el sofá debajo de una manta y pon algo que le gusta en la tele, o una música que le tranquilice, puede funcionar. O puedes preguntarle si añora mucho su hogar. Si dice que sí, pregúntale qué es lo que siente falta. Involucrarla en una conversación y, eventualmente, la ansiedad que la hace querer «irse a casa» debería desaparecer.

Para comprender mejor y lidiar con este problema mira este artículo que te puede ayudar:
“Quiero irme a casa” ¿Qué hacer cuando esta solicitud proviene de un adulto mayor con Alzheimer que ya está en casa?

7. «¡Eso es una pera, no una manzana!»
volvemos al tema de no discutir. No importa, no importa, no importa. Depende de ti recordar que la persona que vive con demencia puede tener dificultades con las palabras. Para que avergonzar a tu madre, y hacer que se sienta mal cuando no distingue una fruta de la otra, por poner un ejemplo. Muchas veces se confundirá y en la gran mayoría de las veces no hay problema. Si le preguntas si le gustaría una manzana y dice que sí, pero ella escoge la pera, déjala. Las palabras solo son palabras, si ella ha escogido lo que quiere, perfecto.

8. «¡Acabas de cenar!»
Las personas que viven con demencia a menudo no recuerdan si comieron, por lo que es posible que quieran volver a comer aunque ya lo hayan hecho. A menudo, mantener los bocadillos o algo sano a mano puede ayudar. En lugar de discutir y echarle bronca a tu padre por pedirte la cena cuando acaba de comerla, cuando quiera volver a comer, puedes sugerirle un bocadillo que le guste y luego ofrecerle una pequeña cantidad. Ese refrigerio puede ser suficiente para satisfacer sin discutir sobre el hecho de que acaba de cenar.

9. «¡Tenemos que darnos prisa!»
Nuestro reloj no será igual al de una persona con demencia. Puedes que tengas la cita para que tu padre visite al médico y has esperado un mes para esto, pero él está atascado en un estado de miedo y se enoja y tira cosas en lugar de vestirse. Las situaciones nuevas pueden ser muy estresantes para la rutina de una persona con demencia. Dale tiempo, con calma puedes ofrecer apoyo y consolarle y tranquilizarle frente a situaciones de este tipo. Busca siempre conocer sus mejores momentos del día para saber cuando es mejor hacer alguna alteración en la rutina, como salidas a médicos o similares. Prepararse temprano, también puede funcionar. Pero si aún haciendo todo lo posible no le ves en condiciones, mejor aplazar la cita. A veces tienes que dejarlo pasar y esperar un día mejor.

10. «¡Aquí, déjame hacer eso!»
Muchas veces nos impacientamos con las confusiones propias de la enfermedad y queremos hacer todo por la persona. Si tu esposa vive con demencia, ya sabes que puede confundirse fácilmente y el estrés solo empeorará la confusión. Puede que un día no pueda abrocharse bien, y esto le generará una gran frustración, pero es posible que no quiera ayuda. A veces, puedes distraerla de la tarea en cuestión y luego hacerla tu mismo, u ofrecerla una pequeña ayuda para que ella misma lo termine. con el avance de la enfermedad es posible que tengas que hacer cambios por ejemplo, buscando ropa adaptada para que le sea más fácil. Con un poco de investigación, es posible que también encuentres atajos para otras tareas. La palabra de la vez es paciencia. No hay prisas en esta etapa. Déjale tiempo y espacio para lo que tenga que hacer.

Cuando hablamos de la comunicación con las personas con la enfermedad de Alzheimer, el lenguaje corporal es aún más determinante. Y es muy importante que la comunicación verbal y la no verbal coincida. Con el tiempo verás que necesitarás cambiar la forma de hablar, con frases más cortas, y usando expresiones que faciliten la comunicación. Recuerda que al interactuar con una persona que vive con cualquier tipo de demencia, es mejor usar afirmaciones en lugar de preguntas, a menos que ofrezca una opción simple y obvia. Di: «Hace frío, así que necesitamos chaquetas» en lugar de «¿Crees que necesitas una chaqueta?».

Si comprendes que a la medida que avance la enfermedad, las palabras van perdiendo el sentido y todo tipo de decisión será más difícil de tomar, entenderás porque existen frases que no deben ser dichas a una persona con demencia y porque la comunicación directa, amable y sin complicaciones os tendrá más sentido que nunca.

fuente de inspiración: healthcentral

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