Cómo prepararse para ser un buen Cuidador Familiar

Envejecer hace parte de nuestra vida, y aceptar y vivir agradecido por el paso del tiempo es un reto que cada uno lo toma según su punto de vista y de vida. Desde la óptica de los hijos, apreciar este cambio del tiempo y llegar a un punto donde nuestros padres que fueron nuestros anclajes en la vida, se vuelvan dependientes de nosotros, puede ser asustador. Claro que no siempre esto va a pasar. Cada familia es una, cada adulto mayor tiene capacidades distintas y la forma como lidiaron con el envejecimiento no siempre será basada en la dependencia.

Pero el hecho de amar y querer a nuestros padres no siempre nos hace aptos a ser un buen cuidador. Es normal que con el paso del tiempo, nos preocupemos más por ellos y nos sintamos responsables de ayudarlos en sus últimos años. Sin embargo, lo que la mayoría de la gente no ve venir es lo abrumador que puede ser una vez que «ayudar un poco» comienza a escalar. Lo más sensato es comenzar temprano a prepararse para el futuro, de forma que puedas lograr asumir el nuevo rol de cuidador familiar, sin que esto anule tu vida anterior.

Puntos a tener en cuenta:

1 – Asume que ser Cuidador Familiar es un trabajo, sea por amor o por deber. Cuanto antes veas esto, menos probable será que te agotes antes de tiempo. Lo más probable es que el cuidado sea un maratón en lugar de una caminada, por lo que debes controlar tu ritmo y tu autocuidado si deseas mantener el rumbo.

2 – Planea para no dejarse Arrastrar. Parece que estamos contradiciendo el punto 2, pero no. ¿Qué significa eso? Muchas veces las necesidades aumentan de un momento a otro o no lo vemos venir. Primero puede que empieces a ayudar con las pequeñas cosas. Luego agrega un poco más y maneja una crisis o dos. Pero poco a poco todo esto se acumula y tus padres necesitarán más ayudas, mientras apenas has tenido tiempo de darte cuenta de lo que está sucediendo. Y te ves involucrada entre trabajo, tus hijos, marido y padres. Y pierdes el control. Es importante planear para que puedas dedicarte también a tu vida, tus otros seres queridos, así como tu propia salud.

3 – No seas inflexible con la planificación. Planear está bien y es algo necesario. Pero el mundo de los cuidadores puede ser algo imprevisible en muchos momentos. No permita que toda esta planificación lo vuelva inflexible porque eso solo generará frustración. Ajusta tus límites para que, cuando sea necesario, puedas moverlos un poco, pero tampoco los debilites demasiado.

4 – Establece prioridades. Es importante definir con antelación hasta donde puedes ayudar y qué hacer si no. Por ejemplo: ¿Qué harás cuando llegue le momento de ayudar con la incontinencia de tu padre en el futuro, en caso de que necesite ayuda? Lo harás tu mismo o buscarás otra persona que pueda colaborar? ¿tú te encargarás de todo o este trabajo puede ser dividido con los demás hijos?

5 – Habla con tus padres sobre sus preferencias y sobre vuestra realidad. Puede que por cuestiones económicas no puedas dejar tu trabajo en tiempo integral. Hay que incluir en esta conversación un plan, o de cuidados en centro de día, considerar la atención en el hogar a tiempo completo, o incluso un hogar de ancianos o residencia, aunque sabemos que la mayoría prefiere no hablar sobre este tema.
Su Área local de Agencia para el Envejecimiento puede ser de gran ayuda para orientarlo en la dirección correcta para obtener orientación que se ajuste a las leyes de su estado. Como ocurre con la mayoría de las necesidades de cuidados, algunos estados son mejores que otros, pero pruébelo.

6 – Únete a grupos de apoyo a cuidadores local o busque uno en línea. Existen muchas asociaciones y grupos de apoyo que te pueden ayudar sea a nivel local o muchas veces online. Cuanto antes las conozcas y te apuntes, será mejor.

Prepararse para envejecer es un proceso para todos. Pero si lo planeas tanto tú, como cuidador, como tus padres, podrán disfrutar de la vejez con una agraciada aceptación de los ataques de la vida.

Es importante para todos aceptar las incertidumbres de la edad avanzada sin rendirse ante ellas. ¡Esto es sabiduría, para quién cuida y para quién es cuidado!

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