Terquedad e insultos en la demencia: ¿Cómo actuar?

Los cambios de comportamiento son parte de la trayectoria de la demencia de Alzheimer. Suelen ser agotadores y se convierten en un inmenso desafío para el cuidador. Entre los comportamientos desafiantes están la terquedad y los insultos que pueden provenir de la persona con demencia.

El primer punto básico es siempre entender la enfermedad. Cuando se tiene claridad sobre la evolución de la enfermedad, existe una mayor posibilidad de poder cuidar dando mejor calidad de vida tanto para el cuidador como para el enfermo. Este punto de la educación siempre es fundamental y debe ser parte del proceso de atención.

“¡Mi padre está más cabezota que nunca! ¡No nos hace caso!”
La terquedad que aparece en la insistencia por ejemplo en negarse a bañarse o cambiarse de ropa, son quejas habituales de los cuidadores. Muchos creen que es algo personal entre el enfermo y el cuidador, un “mal humor” unidireccional.

Por supuesto, la característica de comportamiento puede ser natural de la propia personalidad del enfermo, independientemente de la enfermedad, pero como cualquier otro cambio de comportamiento en la Demencia de Alzheimer, viene como resultado de un malentendido; O sea de algo que la persona no llega a comprender bien. El cuidado debe intentar comprender que es el desencadenante de esta reacción y de esta conducta para poder solucionar la cuestión.

Es posible que la persona no entienda lo que se le pide y, por lo tanto, se niegue a cumplir. No actuar es más seguro que estar en una situación que no dominas. Vestirse, por ejemplo, puede evitarse no porque a la persona le guste quedarse con la misma ropa durante días, sino porque literalmente «no logra» abrir los botones, por ejemplo.

Sobre vestirse, algunas estrategias pueden ayudar, como:

– separar la ropa que no se está usando y hacerla más accesible solo la que se está usando actualmente. Sacar del armario (o de la parte de este mueble a la que acceda la persona) ropa que no sea adecuada para esa temporada o que se use poco. Para disminuir los estímulos.

– Remodelar algunas ropas para que sean más fáciles de vestir como por ejemplo, sin cremallera, sin botones…

– La ropa suelta es más fácil de usar que las muy ajustadas

– Eliminar accesorios que se puedan utilizar de forma incorrecta, por ejemplo: un cinturón.

– Ponerlos en el orden en que se vestirán puede ayudar a que la actividad fluya.

En cuanto a los insultos, en ocasiones el cuidador formal es despedido por el enfermo. Esta situación común habla de la necesidad de educación sobre qué es la enfermedad, cómo interfiere en la comprensión de lo dicho por el cuidador y lo que sucede en el ambiente. Entender la naturaleza de la enfermedad puede ayudar mucho a no entrar en el momento de estrés y ayudar a la persona con demencia a calmarse.

Lo importante es que la persona con demencia pueda confiar en el cuidador. Este paso puede que sea desarrollado a lo largo del tiempo, si hablamos de la contratación de un cuidador formal y para que esta confianza exista se requiere la presencia de alguien en quien la persona ya confíe y que esta transición suceda poco a poco. En momentos de estrés, tener una referencia ayudará a la persona con demencia.

Para salir de la situación que está estresando a la persona hasta el punto de desencadenar en insultos, algunas estrategias son importantes. Para ello, te sugerimos leer el post: ¿Cómo actuar con el cambio de personalidad en el adulto mayor?

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